miércoles, 28 de septiembre de 2011

“DESHACER LA MEMORIA”, el nuevo libro de Maribel Tejero


   Asistimos recientemente en la Fundación Caballero Bonald a la singular presentación de este gran libro de Maribel Tejero, y lo hicimos con emoción no sólo por la que otorga nuestra amistad sino también por la firme convicción de estar ante el bautismo de un poemario tan hermoso como emotivo.
Como ya dijera Domingo F. Faílde con acierto en el prólogo del libro, la autora se desnuda sin licencias prosaicas ni rebuscadas gollerías. Y lo hace bajo un título singular, “Deshacer la memoria”, para un tema tan hondo como es, sobre el retrato de la terrible enfermedad del alzhéimer, una dura travesía sufrida con su madre enferma, de la que en este libro nos hace partícipes, cómplices de una condescendencia similar a la que comparten, de forma natural, los supervivientes de una catástrofe. Pues bien sabemos todos que la memoria es el equipaje emocional que el hombre arrastra en los hoteles del tiempo, pero ¿qué ocurriría si lo perdiéramos en el camino?. El miedo a perder el pasado no deja de ser como ese temor a extraviar las maletas en algún aeropuerto, ese terrible pronóstico de pérdida o de hurto, la vaticinada desazón de desembarcar en un país extraño sin equipaje, totalmente desnudo, esa pavorosa desnudez que autoriza el desconcierto... Maribel Tejero es consciente de la importancia de recomponer la memoria, darle al pasado el futuro merecido, un lugar donde ponerlo a salvo, y que bien pudiera ser –es su caso- las páginas de un libro. Su poemario es prueba de ello, el espacio elegido para resarcirse del dolor desde la belleza del verso, un experimento hermoso de nostalgia en las delicadas tierras del recuerdo, desde la que esta gran poeta reflexiona, avanza y nos empuja. Basta leerlo para tomar conciencia de que hacer memoria también es, de alguna forma, deshacerla.

viernes, 9 de septiembre de 2011

DOMINGO F. FAÍLDE, CARLOS GUERRERO Y JUAN JOSÉ TÉLLEZ en un recital brillante


    Es incuestionable que la poesía se hace grande en la voz de los gigantes de la palabra como son Domingo F. Faílde, Carlos Guerrero y  Juan José Téllez. Cada cual con su estilo propio, recitaron sus poemas en el patio jerezano del Damajuana este pasado martes, 6 de Septiembre, dentro del Ciclo La voz y la palabra. Tras la presentación por Dolors Alberola, la escritora abrió paso a la apasionante lectura que fue acogida con notable éxito.  

Sobre Faílde, amigo y maestro de muchos y de esta admiradora de su poesía que vengo siendo, podemos atestiguar que la belleza pelea por hacerse corriente siempre en sus estrofas, ganando –como no puede ser de otra manera- su rotundidad, su firme huida, premeditada, de absurdas reservas, y esto es debido al magisterio de su mirada desligada de discreciones prejuiciosas, a su recorrido siempre crítico por las veredas del tiempo y -¿cómo no?- a su temperamento poético que, por suerte, lo hace un escritor libre, independiente, un Poeta en el sentido mayúsculo de su significado, un maestro bendecido por la lucidez.

Carlos Guerrero también puso la emoción a tender de las cuerdas de sus versos, sorprendiendo también con poemas inéditos de su nuevo libro, un proyecto entre manos que auguramos tan hermoso como sus poemarios anteriores. Pues si bien la luz es importante para caminar sin altercados, no lo es menos para que en las sendas del verso la luz transite sus profundidades y es que Carlos Guerrero tiende sobre los hilos del ritmo, de una manera aparentemente sencilla, el paisaje de una idea, la dársena de un sentimiento, las ramblas de la vida, un elogio, en fin, a la elegancia.

Y por último, Juan José Téllez demostró una vez más que además de ser un escritor con grandes dotes, vuelca la mordacidad de una forma brillante en sus poemas, evidenciando que es un gran piloto de la ironía, abordando desde la crítica sagaz alguna de las realidades que vivimos. Porque Téllez -podemos decir- es un aviador de la oratoria, y ayer -doy fe- sobrevoló nuestros sentidos.